La Autoestima es la función de evaluarse a uno mismo por lo que implica por un lado un juicio de valor y por otro un afecto que le acompaña. (Familia y autoestima)
Coopersmith: (1976), considera que la autoestima no es más que la actitud favorable o desfavorable que el individuo tiene hacia si mismo
Mussein, P (1992), refiere que el primer aprendizaje social de los niños tiene lugar en el hogar, sus primeras experiencias con sus familias, particularmente los vínculos con sus madres, generalmente se supone que constituyen antecedentes críticos de las relaciones sociales posteriores.
Coopersmith (1981, referido por Cardo, 1989), manifiesta que los niños no nacen con ideas de lo que es bueno o malo. Ellos desarrollan éstas ideas, basándose en la manera en que son tratados por las personas que le son significativas. La familia como grupo primario, asume determinadas normas en relación a la estructura familiar, pautas de crianzas del niño, vínculos afectivos, sistemas de comunicación; imponiendo al niño todo un estilo de vida, conjunto de valores, creencias, ideales, que de manera imperceptible dan la base para la autoevaluación.
Wall (1970 y Condemarìn 1980) (referido por Zelada, 1987), señala que los disturbios emocionales tales como angustia, inhibición y depresión detienen temporalmente el proceso del aprendizaje escolar. Además, la estabilidad de integración familiar brinda la posibilidad de una organización psicológica sana, en la medida en que permite la expresión de diversos sentimientos: amor, alegría, cólera, odio, tristeza, culpa, etc. El individuo desde niño llega a confiar en la familia por el sólo hecho de estar presente y constituir su punto de referencia e identidad.
Los primeros intercambio de afecto entre el recién nacido y su madre y las formas tempranas de cuidados físicos.
El compartir valores refuerza y mantiene la cohesión de un grupo y es muy importante en el desarrollo de la pertenencia, que es una de las variables más significativas para la valoración personal (Reasoner, 1982)